Después
de aprobar sus estudios de EGB, sus padres la ofrecieron en recompensa un
regalo. Paloma pidió una moto. El problemilla era que su hermano también quería
una por lo que, al final, tuvieron que compartir durante algún tiempo una
Gilera de 50. Luego, Paloma
consiguió una primera moto “de verdad”, concretamente una XS400 (aquella mítica
Yamahita de faro rectangular, modelo que se dejó ver en parrillas de fórmulas y
copas nacionales) antes de adquirir una bella Yamaha XJ600 con la que no paró
de rutear, consiguiendo además el subcampeonato del Trofeo
Super Rutero de nuestra revista Solo Moto
correspondiente al año 86. En febrero del año siguiente recibió el premio
rodeado de ilustres personajes como Luis
“El Mudo”, Codina, Carlos Cardús, Felipe Belinchón, Juantxu Arrue (DEP), Alfredo
Fernández, etc, en
resumen, una banda de amigos y moteros casi ya legendaria y, sin duda,
entrañable para los que nacimos hace “un rato”.
Baldomero Torres, el famoso speaker de Jerez, la llamaba "la Boquerona Uceda" o "Penelope Glamour".
Consiguió entre otros resultados, el tercer puesto en el Campeonato Andaluz de 1987, ser la octava clasificada en las 8 Horas de Resistencia del Campeonato de España del 88 (con una CBR que pusieron a su disposición con el equipo Lanzar-Burger Aquarium) y otra vez octava en la clasificación final de la Copa Nacional Yamaha FZR 600 de 1992.
Paloma recuerda con una sonrisa aquella bonita temporada y aquel competitivo campeonato, organizado por el concesionario oficial malagueño ECOmoto. Marcas como Moriwaki, Pirelli o Ngk, fueron los principales patrocinadores y todos los participantes usaban los mismos componentes básicos. Al finalizar aquel año de grandes eventos nacionales y olímpicos, los recursos y las ayudas comenzaron a esfumarse y, como tantos otros pilotos, tuvo que colgar el mono. Llegó la retirada, casi otra vida, una boda, unos hijos, usar la moto solo para “pasear”, etc, esa otra cara de la existencia… pero lo mejor de esta historia es que todavía no ha acabado.
No
fue un punto y final sino un punto y seguido. La pasión y las ganas todavía
están ahi, latiendo. Solo podemos decirle con una sonrisa: hasta pronto, piloto.